Blog Dr. Miguel González

¿El dolor de rodilla está relacionado con la osteoporosis?

¿El dolor de rodilla está relacionado con la osteoporosis?

Hoy quiero hablarles sobre un tema en el que confluyen mis dos especialidades como médico ortopedista: la relación entre la osteoporosis y el dolor de rodilla, uno de los motivos que con más frecuencia lleva a los pacientes a consultar con un ortopedista. Una conexión más frecuente y significativa de lo que la mayoría de pacientes imagina.

La osteoporosis es una enfermedad degenerativa que afecta aproximadamente al 10% de la población mundial, con más de 200 millones de personas diagnosticadas globalmente. Se caracteriza por la disminución de la densidad mineral ósea, lo cual aumenta la fragilidad del sistema esquelético y el riesgo de fracturas. Hasta hace relativamente poco, la osteoporosis se estudiaba y diagnosticaba en la columna vertebral, cadera y muñeca. Sin embargo, hoy existe cada vez más evidencia sobre su relación con problemas de rodilla, que analizaremos en más detalle a continuación.

Por otro lado, aunque su prevalencia aumenta con la edad, el dolor de rodilla puede manifestarse en cualquier etapa de la vida y limitar nuestra movilidad y bienestar. El dolor de rodilla crónico tiene una prevalencia del 25% en adultos mayores de 55 años, convirtiéndose en la afección articular más común en las consultas de atención primaria. Pero lo que es más revelador es que hasta un 40% de las personas con osteoporosis también reportan dolor de rodilla significativo.

A lo largo de este artículo, veremos en qué circunstancias suelen presentarse estas afecciones simultáneamente, cuáles son sus diferencias y cómo podemos trabajar en estos dos frentes desde la prevención y el tratamiento para mantener una óptima calidad de vida.

  1. ¿Cuándo hay relación directa entre el dolor de rodilla y la osteoporosis?
  2. Diferencias entre desgaste articular y pérdida de densidad ósea
  3. ¿Cómo abordar la osteoporosis y el dolor de rodilla desde la prevención y el tratamiento?
  4. Toma acción

1. ¿Cuándo hay relación directa entre el dolor de rodilla y la osteoporosis?

Contrario a la creencia popular, la relación entre la osteoporosis y el dolor de rodilla va más allá de su coincidencia temporal en las personas adultas mayores. La historia es mucho más compleja y se produce, por lo menos, de tres maneras.

Por un lado, la osteoporosis afecta la microarquitectura del hueso subcondral, es decir, el que se sitúa debajo del cartílago articular, con lo cual reduce su capacidad para absorber y distribuir las fuerzas de impacto durante actividades cotidianas. Este deterioro de la función amortiguadora puede acelerar el daño del cartílago que se encuentra sobre el hueso afectado y se puede manifestar como dolor persistente.

Por el otro, el hueso osteoporótico es más susceptible a sufrir microfracturas ante cargas que un hueso sano toleraría sin problemas. Estas microfracturas en la región que rodea a la articulación de la rodilla se convierten en una fuente constante de dolor crónico resistente a los tratamientos convencionales. 

Igualmente, la pérdida de densidad ósea que caracteriza a la osteoporosis también contribuye a deformidades progresivas que alteran la biomecánica de las articulaciones, incluyendo la rodilla. Estas alteraciones provocan un desgaste irregular del cartílago y, en consecuencia, procesos inflamatorios y dolorosos, creando un círculo vicioso donde la desalineación intensifica el desgaste articular.

No sorprende entonces que las personas con un mayor perfil de riesgo de osteoporosis también tengan altas probabilidades de sufrir desgaste articular y dolor crónico en las rodillas: mujeres posmenopáusicas con densidad mineral ósea disminuida, pacientes con uso prolongado de corticosteroides (que afectan tanto el metabolismo óseo como la integridad del cartílago), personas con antecedentes de fracturas por fragilidad y aquellos con factores de riesgo compartidos como sedentarismo o deficiencias nutricionales.

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2. Diferencias entre desgaste articular y pérdida de densidad ósea

Ya vimos cómo el desgaste articular (artrosis) y la pérdida de densidad ósea (osteoporosis) pueden coexistir y potenciarse mutuamente. Ahora veamos qué diferencia a estos dos procesos patológicos del sistema musculoesquelético.

La artrosis afecta principalmente al cartílago de las articulaciones y produce cambios secundarios en el hueso subcondral, la membrana sinovial y los tejidos blandos que rodean la articulación. No se trata de un simple desgaste, sino de una enfermedad degenerativa que compromete múltiples estructuras articulares. La osteoporosis, en cambio, afecta a la matriz ósea general, disminuyendo su densidad mineral y alterando su microarquitectura interna sin comprometer directamente al cartílago en sus fases iniciales.

Sus maneras de afectar la función normal del cuerpo también difieren significativamente. La artrosis se caracteriza por un desequilibrio entre degradación y reparación de los componentes de la matriz extracelular del cartílago, donde intervienen factores mecánicos, inflamatorios y metabólicos. La osteoporosis se produce por un desequilibrio en el remodelado óseo, donde la resorción mediada por osteoclastos supera a la formación realizada por osteoblastos, resultando en una pérdida progresiva de masa ósea que afecta todo el esqueleto.

Clínicamente también presentan patrones diferentes. La artrosis típicamente causa dolor que empeora con la actividad y mejora con el reposo, rigidez matutina breve, crepitación durante movimientos, y limitación progresiva de la movilidad. La osteoporosis suele permanecer asintomática hasta que ocurre una fractura, aunque, como ya vimos, puede contribuir al dolor crónico de rodilla mediante microfracturas y alteraciones biomecánicas.

A nivel de radiografías e imágenes diagnósticas, la artrosis se manifiesta a través del estrechamiento del espacio articular, la formación de osteofitos marginales y la aparición de esclerosis y quistes subcondrales. La osteoporosis, por su parte, se evidencia a través de una disminución generalizada de la densidad ósea, adelgazamiento trabecular y mayor radiolucencia.

Paradójicamente, muchos pacientes con artrosis avanzada presentan hueso subcondral esclerótico (más denso) en zonas de mayor carga, mientras mantienen osteoporosis generalizada en el resto del esqueleto.

3. ¿Cómo abordar la osteoporosis y el dolor de rodilla desde la prevención y el tratamiento?

El manejo de pacientes con dolor de rodilla asociado a osteoporosis requiere un enfoque integral que aborde simultáneamente ambas condiciones.

  • Ejercicio físico 

El ejercicio físico es uno de los pilares fundamentales de prevención y tratamiento de estas y otras afecciones del sistema musculoesquelético. Los programas más efectivos combinan ejercicios de fortalecimiento muscular, especialmente para cuádriceps e isquiotibiales, con actividades de bajo impacto como natación o bicicleta estática que estimulan el metabolismo óseo sin sobrecargar las articulaciones. El entrenamiento propioceptivo mejora el equilibrio y reduce el riesgo de caídas, aspecto crítico en pacientes con fragilidad ósea.

  • Nutrición

La nutrición representa otro componente esencial. Una ingesta adecuada de calcio (1000-1200 mg diarios) proporciona el sustrato necesario para mantener la densidad ósea. La vitamina D (800-1000 UI diarias) resulta imprescindible para la absorción del calcio y la mineralización adecuada. Adicionalmente, las proteínas de alta calidad favorecen tanto la preservación muscular como la formación de matriz ósea. Alimentos con propiedades antiinflamatorias, como la cúrcuma, pueden ayudar a modular los procesos que contribuyen al dolor articular.

  • Medicamentos

El tratamiento farmacológico requiere un abordaje combinado. Para la osteoporosis, los bifosfonatos (alendronato, risedronato) han demostrado su eficacia para reducir el riesgo de fracturas y estabilizar la densidad mineral ósea, además de otros medicamentos para inhibir la activación de los osteoblastos y estimular la formación ósea. Todos estos tratamientos deben acompañarse de suplementación adecuada de calcio y vitamina D.

Para el dolor de rodilla, el manejo escalonado comienza con analgésicos como paracetamol. Los antiinflamatorios no esteroideos pueden utilizarse en períodos cortos para controlar brotes inflamatorios, con vigilancia de efectos adversos. Las infiltraciones con ácido hialurónico proporcionan lubricación articular y un efecto antiinflamatorio duradero.

  • Fisioterapia

La terapia física especializada también es fundamental, con programas de fortalecimiento muscular progresivo adaptados a cada paciente. Las técnicas de descarga articular mediante vendajes funcionales pueden ser muy útiles para aliviar temporalmente durante períodos inflamatorios. Las terapias de rehabilitación física acuática, por ejemplo en piscinas, permiten realizar ejercicio con mínimo impacto articular gracias a las propiedades físicas del agua.

  • Cirugías y procedimientos

Las intervenciones quirúrgicas pueden considerarse en casos avanzados donde el tratamiento conservador resulta insuficiente. La artroscopia es de gran ayuda en situaciones como bloqueos mecánicos o lesiones meniscales inestables. Las osteotomías correctoras redistribuyen las cargas hacia zonas menos dañadas. La artroplastia requiere consideraciones especiales en pacientes osteoporóticos, incluyendo técnicas de fijación adaptadas y rehabilitación modificada.

4. Toma acción

La relación entre osteoporosis y dolor de rodilla es compleja y bidireccional. Y aunque esto puede hacernos pensar en una doble sentencia a nuestra calidad de vida, no debemos conformarnos con aceptar el dolor articular como una consecuencia inevitable del envejecimiento. Con un diagnóstico temprano, tratamiento personalizado y enfoque integral, es posible mantener una excelente calidad de vida incluso cuando ambas condiciones coexisten.

¿Sufres de dolores de rodilla persistentes o tienes factores de riesgo para osteoporosis? No esperes a que el problema se agrave.  Agenda hoy tu consulta para que juntos revisemos tu caso particular y me permitas acompañarte en el camino para mantener tu calidad de vida y la salud de tus huesos y articulaciones.

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¡Nos vemos en la próxima!

Miguel Angel Gonzalez Reyes - Doctoralia.co
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